Vidas pasadas. La película que me habló antes de que yo supiera qué decir
Un homenaje sin spoilers a una historia que me inspiró a escribir sobre vínculos invisibles.
Hay películas que no se ven, se atraviesan. Que no se gritan, se quedan en silencio. Vidas Pasadas, de Celine Song, fue eso para mí.
No fue solo su ritmo, su luz, o sus planos largos que parecían invitarte a respirar con los personajes. Fue la delicadeza con la que hablaba de lo que no se dice. De lo que queda cuando la vida nos separa, pero algo —llámalo memoria, vínculo o Inyeon— sigue ahí, latiendo.
Mientras la veía, quise escribir desde dentro. Narrar lo que ocurría en la pantalla sin juicios, sin pretensión de análisis, solo desde la emoción. Como si cada escena me dictara una carta, una pequeña entrega. Así nacieron los capítulos de Vidas pasadas: textos escritos en tiempo real, desde lo que la película me mostraba y me despertaba. Quería atrapar la intención de la directora, lo que no se dice en voz alta pero habita el fondo.
Y fue en ese proceso donde apareció el Inyeon, ese concepto coreano que sugiere que ciertos encuentros no son nuevos, solo regresan con otro nombre. A partir de ahí, comencé a escribir una serie de relatos nacidos de esa misma sensibilidad. Como si la película me hubiera dejado una llave para abrir otras puertas.
Si alguna vez has sentido que una persona cruzó tu vida con un propósito que no supiste explicar, quizá esta película te hable también.
Y si ya la viste, tal vez te reconozcas en alguno de los capítulos que escribí después de verla.
Gracias, Celine Song, por el susurro.
Simón Delmar
Se volvió mi película favorita desde el momento en que la vi, ese lugar seguro al que volver siempre. Sin dudas voy a leer tus textos 💌