Eran tulipanes. Siempre tulipanes.
Decía que tenían la dignidad de las cosas que se abren solo lo justo, que no se entregan del todo, que saben guardarse un poco.
Se los llevé una tarde, sin saber que serían los últimos.
Había sol y la luz entraba por la ventana como una caricia cansada.
Le gustaban especialmente los amarillos. Decía que olían a domingo limpio. A esperanza en flor.
La encontré con el pañuelo en la cabeza, ese que combinaba con su blusa preferida.
El espejo de su tocador tenía marcas de dedos,
y la mesa estaba llena de pelucas, brochas y cremas que olían a resistencia.
A ganas de no dejar de ser ella.
A lucha, pero con rímel.
Me pidió que no llorara.
Yo no lloré. Pero las flores sí.
Abrieron despacio, como si también supieran que era el final.
Después vinieron los días de guerra:
las náuseas, el frío que no se va,
el cuerpo que ya no responde a los abrazos.
Pero esa tarde no.
Esa tarde solo había tulipanes.
Cuando todo acabó, volví al mismo florista.
Él ya sabía.
Me dio un ramo idéntico. Amarillos, como a ella le gustaban.
Los dejé en su mesa, junto a su pañuelo
y la foto donde aún sonríe.
Fueron las últimas flores.
Y pensé que, si algún día me toca irme,
también querría que alguien me recuerde por las flores que amé.
No por la enfermedad.
Este texto forma parte del reto literario propuesto por
para la comunidad hispanohablante. El desafío consiste en escribir siete microrrelatos en siete días, cada uno inspirado en una frase disparadora.Este corresponde al día viernes, inspirado en la frase: “Las últimas flores.”
Imagen: Media figura de mujer (fragmento de El triunfo de Baco)
José de Ribera. Museo del Prado.
Lo que queda del cuadro es también lo que no se rinde. Esta joven de perfil observa algo fuera del lienzo con una mezcla de atención y resignación. Su gesto contiene una promesa callada, como si sospechara lo que vendrá y aun así eligiera quedarse.
Aquí, en su trazo detenido, encontramos la misma luz que habita en los tulipanes de este relato: la de aquello que sigue floreciendo a pesar de todo.
La flor, la memoria, la presencia: lo que no se entrega del todo, pero tampoco desaparece.
Este se ha convertido en uno de mis favoritos. Qué belleza narrativa y qué historia tan demoledora. Simplemente gracias. ❤️🩹
Lo poco que he leído de ti me ha enganchado por completo, pero con esto me ganaste el corazón. Tienes una manera de escribir muy versátil y polifacética, y lograste con este texto contar una historia de una lucha larga en la brevedad de la prosa. Nunca lo había pensando así (hablando del inicio, que fue el que me atrapó y no me dejó ir) ahora me gustan los tulipanes.