Ese chico de ojos amables viene cada mañana.
No sé su nombre, pero me gusta su voz.
A veces me toma la mano y la suya es cálida.
Entonces me quedo.
Dice cosas que no entiendo.
Me habla como si me conociera.
Y yo…
yo quiero conocerlo también.
A veces canta.
Esa canción me duele bonito,
como si viniera de otro tiempo,
uno que no recuerdo,
pero que siento cerca.
No sé cuántos años tengo.
Ni por qué estoy aquí.
Pero sé que él me espera,
y cuando lo hace, no tengo miedo.
Jamás olvidará, dice él.
Y yo no sé qué es lo que no quiero olvidar,
pero lo llevo dentro.
Está ahí.
Algo que no se borra aunque se caigan los nombres.
Lo miro, y él me sonríe.
Tal vez fui alguien importante.
Tal vez todavía lo soy.
Y eso, aunque no lo diga,
mi cuerpo sí lo sabe.
Este texto forma parte del reto literario propuesto por
para la comunidad hispanohablante. El desafío consiste en escribir siete microrrelatos en una semana, cada uno inspirado en una frase disparadora. El límite es de 250 palabras por texto, y este corresponde al día jueves: “Jamás olvidará”. Más información aquí.Imagen: Detalle de María Dolores Aldama, marquesa de Montelo, retrato de Federico de Madrazo (Museo del Prado).
Una mujer de mirada suave, presente incluso en la ausencia.
Su rostro no necesita hablar: todo lo dice la quietud.
Es ella —podría ser ella—, la que no recuerda,
pero aún reconoce algo cuando se siente querida.
Una belleza que no depende de la memoria,
sino de lo que permanece.
Este texto tiene otra orilla: la de quien cuida y permanece.
Puedes leer esa mirada aquí:
”La que todavía está” – Un microrrelato sobre la ternura que no necesita ser recordada para permanecer.
Precioso, Simón. Todavía tengo el otro grabado en el alma (literalmente, creo que ya forma parte de mi ADN emocional).
Este me ha puesto los pelos de punta —ay, mis rizos— y alguna que otra lagrimita también se ha escapado, la muy dramática.
Qué curioso: duele, sí, pero también da esperanza.
Lo dicho…
El amor es tan bonito que a veces dan ganas de denunciarlo por alteración del orden emocional.
En fin, aquí me tienes otra vez, leyéndote con el corazón en la mano y el rimel (que no uso 😅) corriendo maratones.
😘😘😘
Gracias Simón, adoro encontrar respuestas sin buscarlas, y eso me ha pasado leyéndote.
Ponérmelo fácil, el cuerpo ya sabe dónde quiere quedarse.
Qué radar tan fino el de la sensibilidad.
Hermoso descubrimiento en este espacio, quedo agradecida y sonriendo.